viernes, 4 de diciembre de 2009

La Menopausia


La menopausia es el periodo de la vida de las mujeres entre los 40 y los 50 años en el que se produce el cese de la ovulación.

El cuerpo femenino en esta etapa de la vida experimenta una serie de desarreglos orgánicos consecuencia directa de la falta de estrógenos (hormonas sexuales femeninas). Para algunas mujeres, estos cambios se traducen en síntomas soportables; sin embargo, otras muchas sufren física y emocionalmente las consecuencias de la ausencia hormonal.

Síntomas habituales

Los síntomas que sugieren el comienzo de la menopausia van desde los comunes sofocos, acompañados de calor, enrojecimiento facial y sudoración, hasta desordenes psíquicos, como irritabilidad, ansiedad e insomnio entre otros.

El aumento de peso en torno a los 2 ó 3 kilos, como mínimo, es un hecho significativo en la mayoría de las mujeres tras la menopausia. Y dado que el aumento de peso se traduce en aumento de grasa y ésta se distribuye principalmente en la región abdominal, esto supone un riesgo añadido de sufrir accidentes vasculares.


La descalcificación ósea y otros trastornos esqueléticos es más incidente en este grupo de población.

Sofocos. Son uno de los primeros signos y pueden producirse dos o tres años antes de que las reglas lleguen a desaparecer totalmente. Esta sensación repentina de calor en la cara y en el cuello, progresa hacia el pecho y los brazos y va seguida de sudoración y frío. A veces, se acompaña de enrojecimiento de la piel y se acelera el pulso.

Sequedad vaginal. Cuando la producción de estrógenos disminuye, las paredes de la vagina se hacen más frágiles y delicadas y se reduce la humedad natural. Esto puede producir sensación de escozor, tirantez o sequedad, aunque no se manifiesta en todas las mujeres.

Alteraciones psíquicas. La irritabilidad, la ansiedad, el nerviosismo y el insomnio son las afecciones más frecuentes, aunque hay quien llega a padecer depresión.

Descalcificación de los huesos. El deterioro óseo favorece el desarrollo y aparición de la osteroporosis, y por tanto existe un riesgo mayor de fracturas y otros trastornos esqueléticos (pinzamientos, aplastamientos, etc.).
Tendencia a engordar. Durante esta etapa es habitual un incremento lento y progresivo de peso de 2 a 3 kilos, y un cambio en la distribución de la masa grasa, lo que se traduce en un aumento del volumen de grasa en la tripa (zona abdominal).

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